"VIVIR" (poemas en prosa) (2007-2009)

1

Las estampillas del correo viajan como pasajeros sonámbulos de la rutina, llegan a su destino muertos de frío convertidos en cadáveres espirituales, sedentarios domésticos del televisor, no salen de sus paredes, recorren el mundo a ciegas, y desvestidos de piel y cabellos deambulan cotidianamente entre calles de saliva y dedos. Podrían vivir de otra manera. Y ante el riesgo de desafiar a la Némesis que los aguarda prefieren vestir su liquen temporal en las pupilas de un recuerdo. Y del placer no alcanzan más que la brevedad de un agota que se extingue bajo la hiel de un sol clandestino; dejan que la luz los atraviese y de forma irremediable sonríen con sadismo al ser incineradas.


4

Es cierto que no te he escrito tantas veces como te sueño, y también es cierto que te podría identificar a más de cien metros de distancia sin verte siquiera la sombra, en el umbral de un agujero negro donde las estrellas han ido colapsando entre estruendos de piel mustia del amor y los cigarrillos. Fue un espejismo de sentirlo y volar con el sortilegio de esa voz que describe el amanecer mientras se reacomodan los cuerpos debajo de las sabanas. La cama tiene siglos de nalgas y sudor silencioso durante el apogeo del verano. Tiene sus estatuas de tibieza removida a golpes de almohada y de ese testimonio comprimido en los resortes del interior, tú no escuchas, como los demás, el grito ensangrentado de la eternidad perturbada. Es cierto, escribirte, soñarte, encamarte, es una ternura de ficción Gore con el paladar de un muelle abandonado a medianoche.



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Al parecer la vida se basa en razones incomprensibles, en mudanzas psicológicas, en atavismos de rumor y vestuario de otras ojeras, incluso, según la coordenada en el globo que habitamos también en temporada de siniestros encuentros con el pasado del abismo. Suben a los transportes al estilo de una época antigua donde los demás esperan el arribo del siguiente carruaje. El tribalismo se convirtió en un amanecer contiguo. Y los días se transforman en telarañas de caminos. Escoger el equivocado como una gota inevitable en el cuerpo de las sediciones. Abrir los labios para agotar el beso de la palabra hasta descubrir la hispa que todo lo esfuma. No renunciar nunca a nada, permanecer lúcido dentro del crisol de los siglos. Vivir humano, apostador de lo prohibido.


22

El día gira entre rostros de agua y fuego, asoma en las palabras de los labios que no pueden pronunciarlas, permanece sin luz en la retina de una corola inerte. Al cuerpo le llegan corrientes de un tiempo reverso, ondulaciones de asedio a los enigmas desaliento. Ahora el veneno avanza autónomamente carcomiendo la piel del cielo. A la más mínima altitud es evidente la frontera de la estéril transparencia donde la respiración se extingue de agotamiento. Hora tras hora, vivir la metalizada sangre sin raíces para la metamorfosis. Era entonces aquel instante de la Belleza la única utopía en el silencio.